Si bien es cierto los tributos son declarados y pagados de acuerdo a formalidades establecidas en las leyes vigentes, también es cierto de que estas son preparadas en base a una información financiera precisa, clara y actualizada.
Esta información financiera nace de la contabilidad del ente económico producto de su actividad, pues, como sabemos, la contabilidad es la historia de una empresa expresada en números.
Tener esta historia clara en todo momento, proporciona a los gerentes la posibilidad de tomar decisiones oportunas, siempre buscando la mejor de las estrategias que incrementen el rendimiento financiero.
Atados a este rendimiento están los tributos, los cuales, basados en el principio de equidad tributaria, constituyen el aporte de la empresa en coadyuvar con los gastos públicos necesarios para el andar de cualquier país.
La necesaria exactitud de ellas hacen justa esa carga que la empresa, como contribuyente, tiene con el Estado, en esa relación empresa - administraciones tributarias, por lo que un error podría desencadenar en un aporte excesivo que conlleva a un desbalance financiero o un déficit que en cuyo caso, dependiendo de si hay o no intencionalidad, acarrearía sanciones que afectarían igualmente, el flujo de recursos o incluso, poner en peligro la estabilidad misma de la empresa. En el ordenamiento jurídico - tributario venezolano, está establecido que estas normas contables usadas para la información financiera de las empresas, son las que fija la Federación de Colegios de Contadores Públicos del país, salvando algunas consideraciones particulares que hacen necesario la existencia de una conciliación llamada fiscal, que tiende ese puente entre la realidad financiera y la realidad tributaria de cualquier contribuyente.
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